Fuente: La Voz Joven
¿Qué es el Grupo Otra Mirada?
viernes, 30 de noviembre de 2007
Homenaje a los desaparecidos judíos
Fuente: La Voz Joven
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Otro grande en La Voz Joven: Martín Kohan
El escritor y crítico literario Martín Kohan también será colaborador de La Voz Joven al igual que Marcos Aguinis. Muy recientemente, este joven escritor fue galardonado con el Premio Herralde en Barcelona, España por su novela "Ciencias Morales".
Martín Kohan nació en Buenos Aires en enero de 1967. Es profesor de Teoría y Análisis Literario en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia. Ha publicado tres libros de ensayos, Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón, cuerpo y política (1998; en colaboración con Paola Cortés Rocca), Zona urbana (2004; un ensayo de lectura sobre Walter Benjamin) y Narrar a San Martín (2005). Además, publicó dos libros de cuentos, Muero contento (1994) y Una pena extraordinaria (1998); y seis novelas, La pérdida de Laura (1993), El informe (1997), Los cautivos (2000), Dos veces junio (2002), Segundos afuera (2005) y Museo de la Revolución (2006).
Zona urbana fue editado en España por Trotta, y las novelas Segundos afuera y Museo de la Revolución por Mondadori. Hace apenas un par de semanas, con su novela Ciencias morales, ganó el prestigioso Premio Herralde, con tan solo 40 años. De esta manera, Martín Kohan se suma a una lista de ganadores que orilla el canon literario latinoamericano de las últimas décadas: hasta ahora se han llevado el prestigioso Herralde escritores de la talla de Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Roberto Bolaño, el argentino Alan Pauls o el mexicano Juan Villoro.
Vale recordar que Martín Kohan fue uno de los firmantes (junto con Marcos Aguinis, Pablo Jacovkis, Mauricio Tenenbaum, Leopoldo Schiffrin y Mario Goloboff, entre otros) de la famosa contra-solicitada que intelectuales y artistas progresistas realizaron en respuesta a la solicitada de Página 12 "Contra el genocidio de Israel", mostrando una posición más imparcial sobre el conflicto en Medio Oriente, desde una mirada progresista y pacifista.
Fuente: La Voz Joven
lunes, 26 de noviembre de 2007
Marcos Aguinis escribirá en el Portal 'La Voz Joven'
Marcos Aguinis nació en Córdoba en 1935 y es uno de los escritores más leídos y escuchados de la lengua española. Doctor en Medicina, en 1963 publicó su primer libro y, desde entonces, ha publicado novelas, libros de ensayos, libros de cuentos y biografías que generan entusiasmo y polémica. Ha escrito en diarios y revistas de América latina, Estados Unidos y Europa.
Ha dado conferencias y cursos en instituciones educativas, artísticas, científicas y políticas en Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Israel, Rusia, Italia y casi todos los países latinoamericanos.
Cuando se restableció la democracia en la Argentina en diciembre de 1983, fue designado subsecretario y luego secretario de Cultura de la Nación.
Creó el PRONDEC (Programa Nacional de Democratización de la Cultura), que obtuvo el apoyo de la UNESCO y de las Naciones Unidas, y puso en marcha intensas acciones para el mejoramiento de los mecanismos participativos de la sociedad.
Por su obra fue nominado al Premio Educación para la Paz de la UNESCO. Ha recibido entre otros el Premio Planeta y fue designado Caballero de las Letras y las Artes Francesas.
En 1995 la Sociedad Argentina de Escritores le confirió el Gran Premio de Honor por la totalidad de su obra.
Ha escrito las novelas: Refugiados. Crónica de un palestino (1969), La cruz invertida (1970), dónde habla de la politización de algunos sectores de la Iglesia. Cantata de los diablos (1972), La conspiración de los idiotas (1978), estudio psicológico de un perturbado que cree que los oligofrénicos forman parte de una organización secreta que gobierna el mundo. Profanación del amor (1989), relato que presenta la degeneración de los sentimientos afectivos de una pareja, como microcosmos de la actitud de la sociedad argentina, encaminada hacia el desastre. La gesta del marrano (1991), obra que dibuja la presencia del Tribunal de la Santa Inquisición en América y los sufrimientos y crisis de identidad del protagonista, a causa de su ascendencia judía, y La matriz del infierno (1997). También ha publicado varias colecciones de cuentos, como Operativo siesta (1978), Importancia por contacto (1983) y la recopilación Y la rama llena de frutos. Todos los cuentos (1986). Su obra participa, asimismo, del género biográfico con Maimónides, un sabio de avanzada (1963) y El combate perpetuo (1981), una biografía novelada sobre el almirante Brown. La literatura de Marcos Aguinis tiene un carácter profético en el sentido de que critica los errores y denuncia las injusticias del pasado y del presente, a fin de prevenir tragedias futuras.
Marcos Aguinis es, sin dudas, uno de los escritores más destacados y prestigiosos en Argentina, América Latina y todo el Mundo Hispanohablante. Además, lleva décadas escribiendo contra el antisemitismo, el odio y rescatando los valores y la historia del pueblo judío.
Fuente: La Voz Joven (http://www.lavozjoven.com.ar/)
viernes, 16 de noviembre de 2007
NACIÓ EL PORTAL 'LA VOZ JOVEN'
La dirección del Portal es http://www.lavozjoven.com.ar/
domingo, 11 de noviembre de 2007
Nuevo Portal: 'La Voz Joven'
sábado, 10 de noviembre de 2007
En nombre del nombre
Uno de los debates más interesantes que caracterizó a la filosofía medieval, ha sido conocido con el nombre de “la querella de los universales”. A partir de los planteos introducidos por el pensamiento griego clásico en relación a la naturaleza de las cosas, se formuló el siguiente problema conceptual: ¿tienen las nociones universales una existencia real? ¿Existe una esencia real que explica por qué las cosas son lo que son?
En la “querella de los universales” confrontan dos posiciones sobre el tema: el realismo y el nominalismo. Según la primera posición, todos los hombres son hombres, porque existe un universal hombre “real”, es decir, existe “la humanidad” como una matriz común a todos los entes que poseen las mismas características. Pero esta matriz es “anterior” y separada de cada uno de los hombres. No es una mera abreviatura nominal, esto es, un nombre artificial que de-limita semejanzas comunes. Hay “una” humanidad, y esta entidad es superior a cada uno de los hombres. De hecho, como explica muy bien Rorty, los bípedos implumes pasan a ser hombres desde el momento en que cumplen con los rasgos que la matriz humanidad exige a alguien para aceptarlo como tal. Ser hombre no es más que poseer los rasgos necesarios para insertarse en el modelo o definición ideal de lo humano. Definición que existe de modo objetivo y real. Definición que entonces supone la verdadera naturaleza de lo que es/debe ser un hombre.
Para la corriente nominalista, en cambio, los universales no son más que nombres, flatus vocis sin realidad ontológica, cuyo rol consiste en agrupar semejanzas comunes. No existe la humanidad “en-si”, sino que se trata solo de un nombre convencional que utilizamos para referirnos a las entidades que comparten ciertos rasgos. El nominalismo supone un solo mundo que echa mano a la creación artificial de los nombres universales para unificar lo múltiple en el lenguaje. Nada hay más en este mundo que las entidades singulares. Y las entidades singulares están sujetas a la contingencia, están sujetas al cambio. Los universales entonces, se revelan ya no fijos, sino cambiantes; ya no objetivos, sino impuestos. Un nombre no refiere a nada más que a la universalización de un particular; o dicho de otro modo, se generaliza como verdadera e ideal, la realidad de un grupo. La definición de la naturaleza del hombre, la idea de humanidad, refleja el modo en que define al hombre una sola cultura: Occidente. El nominalismo critica al realismo por hacer pasar como perfecta y universal, la versión imperfecta que mantienen algunos. En definitiva, la supuesta “humanidad en-si” es la versión de lo humano que impone el que instituye el discurso. El realismo se defiende apelando a la existencia de la verdad, pero no puede explicar su especial acceso a ella, sino es postulándose proféticamente como elegido para entenderla. El realismo supone una trascendencia metafísica, pero sobre todo la especial cualidad de aquellos que revisten una condición aurática de acceso a la misma. El problema no está solo en creer en el cielo, sino en sostener que hay elegidos que tienen una entrada preferencial.
Hoy todavía asistimos a discusiones “medievales”, cuando hay quienes intentan sostener una concepción “realista” de lo judío. Esta postura sostiene la existencia real de una esencia judía, sita en otro mundo, pero presente en éste a través de sus encarnaciones particulares. Dios reveló la verdad, y algunos la entienden mejor que otros. Ser judío, para ellos, es ser parte de una especie de escalera que une la matriz verdadera de lo judío con los diferentes formatos en los cuales lo judío se manifiesta en la tierra. Así, se habla de un judaísmo real o verdadero, del “buen judío” cercano a la matriz, y por contraposición, de la degradación pseudo-judía de los que, o bien no estamos capacitados para comprender el “ser esencial judío”, o bien, simplemente, por no acordar con la matriz, no somos parte. La “esencia” judía tiene su ley primera en la ley del vientre (que de por si tiene un fundamento social más que metafísico). “Judío es hijo de vientre judío”. Se reduce una cultura, un conjunto de valores, una ética, una emoción, una tradición, una visión del mundo, y hasta un profundo y apasionado sentimiento, a una ley biológica (que postula por ser “abierta” la posibilidad de conversión, tema que ha implicado las más grandes discusiones de poder entre los diferentes grupos que se autoproclaman los únicos elegidos para “convertir”).
Pero busquemos los fundamentos mismos de esta actitud. Sostener un judaísmo verdadero es sostener una definición verdadera del judaísmo que, o bien se hallaría fundamentada por Dios; o bien estaría fundada en un acuerdo histórico concreto entre hombres. Si fuese el primer caso, la mitad de la judeidad quedaría afuera: la comunidad judía secular que no tendría por qué aceptar un argumento metafísico. Pero si fuese el segundo caso, nada explicaría entonces, por qué la definición no podría cambiar, ya que por ser un producto del hombre, se encuentra sujeta al devenir mismo de lo humano. Es que no hay manera de justificar una esencia verdadera de lo judío, si no es a través de una concepción metafísica. El realismo necesita crear otro mundo como real para deslegitimar el nuestro. Pero si la metafísica siempre es política –esto es, si la creación del “mundo verdadero” es la postulación de una aristocracia elegida para conocerlo y por ello, administrarlo-, entonces los que se legitiman en ella, se manifiestan impostores e hipócritas. Quiero decir con esto: seguir manteniendo la “ley del vientre” es un acto político maquillado. Nos hablan con el lenguaje de las fuentes y de la tradición, cuando en realidad nos están hablando con el lenguaje del poder. La “ley del vientre” es una ley política, y no una definición desde el saber. Es la manera de justificar la permanencia de una élite que se autoconvoca y se autorreproduce en el poder, monopolizando la propiedad del acceso a la verdad. Un judaísmo abierto y democrático resultaría para ellos, disfuncional y peligroso. La libre adhesión a la cultura judía socavaría la apropiación de la ley: si la regla pasa en definitiva por la aceptación de ser parte de una tradición en constante resignificación, el realismo se desmorona. El temor a la asimilación se muestra entonces, temor a perder el control. No se preocupan porque la gente deje de ser judía; se preocupan porque el judaísmo se abra y nuevos elementos produzcan nuevas mutaciones que los dejen afuera del poder que ostentan. En nombre de la continuidad, solo persiguen la continuación de una élite. Las élites siempre actuaron igual, en cualquier cultura: naturalizan su condición para eternizarse. En términos biopolíticos: el poder moderno se manifiesta en la administración de la vida a partir de la condición de viviente del ser humano. Despojar al hombre de sus construcciones simbólicas y reconducirlo a la esfera de su animalidad. Si ser judío no es más que un encadenamiento a una metafísica del cuerpo, la continuidad biológica se encuentra asegurada y el flagelo de la asimilación se controlaría como quien controla la pureza de los animales. Pero en el camino, perdimos al hombre (que es libertad).
Un judaísmo nominalista entiende lo judío como un nombre, como un acuerdo contingente entre seres humanos que nos encontramos siendo parte de un relato semejante. Hay una historia de la que somos parte, y hay un deseo de continuarla. Continuar el relato es seguir escribiendo, y escribir no es repetir lo ya dicho, sino seguir abriendo nuevos sentidos, nuevas preguntas. Uno de los derivados del término “tradición” o “transmisión”, es “traición”. Poder salirnos de nuestra mismidad como postulaba Levinas, es poder traicionar nuestros dogmas. La palabra “historia” tiene su origen en el verbo “preguntar”. Escribir nuestra historia es un ejercicio de la pregunta y no de repetición del canon. Pero la pregunta “traiciona”, deja abierto el lugar de lo abierto. Moisés pregunta por el “nombre” y Dios le responde “no hay”; no hay sustantivo, no hay realidad ontológica, no hay esencia. Hay solo pregunta abierta: “seré lo que seré”, lo que sigue es interpretación. Un judaísmo nominalista sostiene que no hay un pueblo por sobre las tribus, sino que las tribus en su andar, en su incesante ir y venir, en su diversidad, van constituyendo lo judío. Decir que “no hay un judaísmo, sino judíos”, es también sostener que hay tantos judaísmos como judíos existan en sus diferencias. El acento crítico está puesto en el “un”. O en todo caso, el judaísmo es ese horizonte abierto en el que conviven los múltiples formatos de lo judío; horizonte siempre en proceso de transformación, siempre “traicionando” y “transmitiendo”.
Si el judaísmo no es una esencia, sino un nombre, se abren dos posibilidades: o bien se libra una guerra de nombres, donde el más poderoso impone el suyo y lo “esencializa”; o bien, los diferentes nombres se asumen “diferentes”, y disuelven su apetencia de poder hacia un judaísmo de la otredad y del extrañamiento con el otro. Hacia un judaísmo de la errancia nominal, esto es, aquel que en su éxodo se vaya nutriendo y aprendiendo del diálogo con los otros nombres.
Fuente: Nueva Sión
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Documental de Otra Mirada en Festival de Cine
Última función - LUNES 12/11 - 11.10 HS
Un documental independiente sobre las víctimas y familiares del atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires.
en el 5º Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina (FICJA)
Del 8 al 14 de Noviembre se desarrollará el 5º Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina, en los Cines Hoyts del Shopping Abasto. El Grupo Otra Mirada tiene el honor de participar en el mismo, ya que su Documental "15 años sin vos" (sobre la temática del Atentado a la Embajada de Israel) ha sido seleccionado para participar de la Competencia de Cortos. Entre estos se incluye material de Israel, Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia, entre otros.
Los invitamos a participar del Festival en su totalidad y a continuación les informamos los horarios en que se transmitirá el Documental cuya idea, proyecto y producción fue de nuestro grupo, con Dirección de Kosovo Producciones.
JUEVES 8 DE NOVIEMBRE
Sala 1 – 14,50 hs
DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE
Sala 2 – 17,25 hs
LUNES 12 DE NOVIEMBRE
Sala 1 – 11,10 hs
Para mayor información ingresar a: http://www.ficja.com.ar/cortos.htm
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SINOPSIS DEL DOCUMENTAL
15 años sin vos es un corto-documental que aborda la temática del atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires desde la perspectiva de aquellos que sobrevivieron al ataque terrorista del 17 de marzo de 1992 y la de los familiares que perdieron a sus seres queridos en el mismo. La figura central del relato es Carlos Susevich, padre de Liliana, un hombre de 82 años que continúa, tras quince años de impunidad, pidiendo justicia y el esclarecimiento de lo sucedido. Sus reclamos –redactados en una antigua máquina de escribir-, fueron lo único que logró impedir la prescripción de la causa judicial.
Los narradores de la historia son los propios damnificados, que en un clima íntimo y reflexivo recuerdan sus propias vivencias y expresan la sensación de soledad, desamparo y angustia que sienten frente al desinterés creciente de la sociedad argentina y las autoridades encargadas de llevar adelante la investigación. En el documental se muestran los testimonios de Lea Kovensky (empleada administrativa de la embajada), Gabriel Pitchon (arquitecto encargado de las refacciones en el edificio al momento del atentado), Federico Moreno (vecino del edificio de Arroyo y Suipacha) y Elena Brumana (hermana de Juan Carlos Brumana, párroco de la iglesia Madre Admirable, fallecido durante el ataque).
El film incluye, a su vez, entrevistas con el sociólogo Jorge Elbaum (egresado y profesor de la Universidad de Buenos Aires) y destacados periodistas como Jorge Lanata (co-autor, junto a Joe Goldman, de “Cortinas de Humo”) y Raúl Kollman (especialista en el análisis jurídico del atentado a la embajada de Israel y la sede de la AMIA).
lunes, 5 de noviembre de 2007
Respuesta a 'La Voz Judía'
En el número 419 de 'La Voz Judía' fue publicado un artículo titulado “La dirigencia de la AMIA: Asegura la continuidad judía o facilita la asimilación”. En el mismo afirman "Sabemos (…) de la existencia de un texto que solicita al presidente de la AMIA que en los cementerios de la institución se dé sepultura a personas que no son judías de acuerdo a la Halajá. Por otra parte nos ha llegado la información que ese texto fue entregado a la AMIA, firmado por los presidentes de dos factores ideológicos de izquierda, junto al secretario general de (…) ICUF Argentina, y dos jóvenes representando a sendos (…) grupos juveniles”.
A continuación dicen “Si bien reconocemos que todo miembro de la comunidad tiene derecho a expresar sus ideas y realizar sus solicitudes, creemos que algunas –como las que forman parte del texto en cuestión– son una demostración elocuente de la falta de conocimientos judaicos en un alto porcentaje de los miembros de la comunidad y del grado de asimilación al que hemos llegado".
Más adelante en el artículo sostienen: "(algunos) intelectuales, al igual que los firmantes de la carta y de cientos o miles de judíos están tan inmersos en el proceso asimilatorio que nos carcome y pone en peligro nuestra continuidad".
Dado que yo, en nombre del Grupo Otra Mirada, fui uno de los firmantes de esta carta que junto a otras agrupaciones comunitarias le entregamos a AMIA responderé brevemente en defensa de la misma. Esta carta tiene como objeto exactamente lo contrario que 'La Voz Judía' le adjudica: busca que se le abran las puertas a una inmensa cantidad de gente que no quiere asimilarse, que quiere continuar con la religión o la cultura judía pero no se lo permiten. Justamente, el objetivo de esa carta dirigida a AMIA es luchar contra la asimilación y garantizar la continuidad del pueblo judío.
Dejar afuera de nuestra kehilá a 30.000 integrantes de la misma (hijos de matrimonios mixtos y conversos) es fomentar la asimilación y peligrar la continuidad. No sólo la de esos 30.000 judíos sino la de otros miles de judíos (hijos de padre y madre judíos) que al ver esto se alejan. Ciertamente, son cientas (o miles) las personas que "se asimilan" y se alejan del judaísmo y de la vida comunitaria tras percibir estos problemas intracomunitarios. Ni hablar aquellos que les toca de cerca. Muchas de esas personas se sienten discriminadas y excluidas y son familias enteras las que dejan el judaísmo definitivamente tras ese choque. Tenemos varios casos conocidos en Argentina de hijas de madre conversa que no pudieron enterrar en los cementerios comunitarios a sus madres y, defraudadas y engañadas (tras décadas de ser socias de AMIA y de activar comunitariamente), se alejan de la kehilá por esta discriminación.
El principal motor de la asimilación y la no-continuidad no es la indiferencia o el desinterés de algunos integrantes de la comunidad sino, más bien, el accionar de quienes promueven ese desinterés y esa indiferencia. En vez de hablar tanto de “asimilados”, deberíamos hacernos una autocrítica y ver cuáles son los factores “asimilantes”.
Ya es hora que dejemos de echarle la culpa a quienes "se asimilan" y analicemos porqué es que tanta gente se asimila. No cabe duda que existe una gran cantidad de miembros de la comunidad que, pese a estos problemas internos, luchan contra la asimilación y siguen su judaísmo plenamente. Incluso, muchísimos de ellos, son conversos o hijos de matrimonio mixto que siguen adelante su vida judía pese a los obstáculos que se les presentan. Sin embargo, no todos toleran de la misma forma que una gran franja de la comunidad carezca de sus principales derechos como judíos sólo porque una de las tantas corrientes del judaísmo impone su forma de pensar.
En otro fragmento del mencionado artículo de 'La Voz Judía' se afirma "la carta recibida por el presidente de la AMIA, intenta desnaturalizar los valores ancestrales que han permitido la existencia del pueblo judío”.
Cabe preguntarse a qué se refieren en 'La Voz Judía' con "desnaturalizar los valores ancestrales". ¡Vaya paradoja! Precisamente, aquella carta brega por defender los valores ancestrales que permitieron la existencia del pueblo judío a través de su historia: el respeto al otro, la no discriminación, el pluralismo y la igualdad.
Creo necesario repasar algunos de los argumentos de la carta dirigida a AMIA, de la cual ‘La Voz Judía’ hace mención. Voy a referirme brevemente a los hijos de matrimonio mixto, a los conversos y a los demás grupos de judíos que están en la situación enunciada por dicha carta.
En referencia a los hijos de matrimonio mixto, la carta señala que “todos los hijos de matrimonio mixto (sean de padre o madre judía) tienen que tener los mismos derechos”. Esto es claro. Hay un grupo de hijos de matrimonio mixto que carecen de los derechos que todos los demás judíos tienen a nivel comunitario: nada menos que el derecho a la sepultura en cementerios judíos y el derecho a ser socios de AMIA. Todo esto porque un sector de la comunidad trata de imponer su definición de ‘judío’ al resto.
Personalmente, creo que el judaísmo es por autodefinición y no necesariamente por herencia. Sin embargo, veo una gran contradicción en algunos de quienes definen el judaísmo por herencia. Sabemos que la definición del 'vientre judío' tiene sus orígenes en las invasiones y opresiones que el pueblo judío sufrió, algunos siglos atrás, en las que numerosas mujeres eran víctimas de abusos y violaciones. Éstas llevaron a instituir que judío era el hijo de madre judía puesto que no podía determinarse quién era el padre de las criaturas que nacían producto de las violaciones. Esto era comprensible: la única manera de saber que el bebé era judío era porque nacía de madre judía. Sin embargo, desde el siglo pasado existe la prueba de ADN con la que cualquier ser humano puede comprobar quién es su padre. Desde ese momento, la definición del vientre judío se vio plenamente refutada por la prueba ADN (y por la realidad de los matrimonios mixtos). Basarse en esta definición (ya refutada) para determinar quién puede ser enterrado en un cementerio judío o quién puede asociarse a AMIA es no sólo discriminatorio sino completamente retrógrado. Es como si en el siglo XXI utilizáramos las definiciones de Aristóteles para distinguir a las personas en ‘ciudadanos’, ‘mujeres’ y ‘esclavos’. Es decir, no existe ninguna diferencia entre un hijo de padre judío y un hijo de madre judía, ambos son igualmente judíos, ambos son hijos de matrimonio mixto. Por ello, los Movimientos Reformista, Reconstruccionista, Liberal y Caraíta, la ley del Retorno y las corrientes laicas reconocen la patrilinealidad, es decir, para ellos es judío “el hijo de padre o madre judía". Por ello, una inmensa cantidad de conservadores se pronuncian en favor de que el Movimiento Masortí reconozca la patrilinealidad y en el lecho de sus instituciones cientos de judíos patrilineales hacen su bar y bat mitzvah y viven su judaísmo a pleno. Por ello, fue Golda Meir quien en 1971 legisló una enmienda a la Ley del Retorno, que definía como judío a cualquier persona que tuviera un padre judío en el sentido genérico, o sea, un padre o una madre. Según Golda, esta definición era la más apropiada ya que iba de acuerdo con la tradición bíblica: en la Biblia, la herencia judía iba por parte paterna, como el rey David, cuya madre era moabita (del pueblo de Amalek) y era judío por línea paterna.[1]
Lo mismo sucede con los conversos por Movimiento Conservador o Reformista. Ellos son considerados judíos por sus respectivos Movimientos y por la gran mayoría de la comunidad pero (al igual que los hijos de matrimonio mixto) carecen de los derechos
que tiene cualquier otro judío a nivel comunitario.
En la Capital Federal y GBA, según el estudio de Población Judía en Buenos Aires de Joint, hay casi 30.000 judíos patrilineales. Además, hay aproximadamente 2.000 conversos en todo el país. Es decir, en total son más de 30.000 judíos argentinos. Excluir de la kehilá a estos 30.000 judíos significa excluir de la comunidad a casi un 20% de la población judía argentina. Afortunadamente, estos judíos tienen las puertas abiertas en clubes, tnuot, templos reformistas y conservadores, comunidades, etc.
Sin embargo, cuando mueren aparece el problema. Por tal motivo, esas instituciones judías le expresaron a AMIA su malestar ante la situación actual de los cementerios comunitarios a través de la carta mencionada.
Al final del artículo, en 'La Voz Judía' afirman "Frente a esta situación, desgarrante y dolorosa, debería ser la dirigencia de la AMIA la que demuestre con su accionar cuál es el camino para evitar que el proceso asimilatorio continúe."
¿Por qué es tan “desgarrante” que alguien diga que el converso por Movimiento Conservador o Reformista es judío?
¿Por qué es tan “doloroso” que digan que los ‘hijos de padre judío’ son judíos?
Y en todo caso la pregunta sería ¿por qué recién ahora “duele” que digan que los hijos de padre judío son judíos si ya en 1971 lo dijo Golda Meir, en la década del ’80 lo dijeron las corrientes reformistas y liberales y hoy lo dice la gran mayoría de la comunidad?
Para finalizar estas palabras que lejos de buscar polémica, buscan reflexión, diálogo y debate, quisiera llegar al punto central de este humilde texto.
Los 30.000 judíos patrilineales, los 2.000 conversos, los hijos adoptivos de parejas judías y los demás miles de judíos ‘no halájicos’ también son personas, también son seres humanos, con sentimientos. Son personas que sufren, que ríen, que lloran, que sienten. No son máquinas. Ya hemos aprendido lo que significa el antisemitismo y la discriminación que nos viene de afuera. Ya hemos aprendido como se sufre y como duele. ¿Cómo puede ser que algunos hagamos lo mismo desde adentro?
La discriminación interna contra conversos e hijos de matrimonio mixto se sufre tanto o más que el antisemitismo de afuera. ¿Cómo se entiende que desde adentro le hagamos sentir a otro integrante de nuestra comunidad exactamente lo mismo que siente cuando lo discriminan por ser judío? ¿Qué hace un judío que afuera le dicen "judío de mierda" y adentro "sos un goy"? A esos mismos judíos “no halájicos” los mataban en las cámaras de gas y en la Santa Inquisición sin preguntarles si la madre era judía. Y a sus hijos también. De los 6 millones de judíos muertos en la Shoá, más de un millón eran judíos “no halájicos”. ¿Por qué ningún "guardián de la continuidad y luchador contra la asimilación" dice que en la Shoá murieron 4 millones y pico de judíos si, al fin y al cabo, el resto eran hijos de padre judío y madre no judía?
La comunidad judía es heterogénea, no es una sola y no podemos pretender que todos piensen y vivan su judaísmo como cada uno lo vive. Todo ser humano tiene derecho a pensar y a decir lo que desee pero no podemos imponerle a toda una comunidad (o a una institución) qué es lo que debe pensar o qué debe hacer en función de lo que piensa.
Sí, sigamos las enseñanzas de la Torá. Sí, sigamos las enseñanzas que la historia de nuestro pueblo nos dejó. Y sigamos los valores y principios que nuestra cultura nos ha inculcado siempre: el amor al prójimo, el respeto, la igualdad, la tolerancia, la libertad, el pluralismo, la no-discriminación y la inclusión. Así, no les quepa la menor duda que vamos a garantizar la continuidad del pueblo judío y vamos a luchar contra la asimilación.
[1] Doing Zionism. World Zionist Organization (http://www.doingzionism.org.il/resources/view.asp?id=315)